El ritmo de vida alcanzado en los últimos años por la mayoría de nosotros es frenético. Por ello, en muchas ocasiones, nuestro cuerpo se ve obligado a adquirir posturas no del todo correctas que pueden pasar factura. Educar nuestras posturas, saber adaptar nuestros movimientos a cada circunstancia en vital. El objetivo principal de la higiene postural es reducir y prevenir la carga y daños en la columna vertebral principalmente, en el momento de realizar actividades de la vida cotidiana.

Podemos definir la higiene postural como el conjunto de normas, con el objetivo de mantener una correcta posición de nuestro cuerpo, en equilibrio o en movimiento, evitando de ese modo posibles lesiones y aprendiendo a proteger principalmente la columna vertebral y el resto de las articulaciones. La higiene postural nos ayuda a  realizar las actividades diarias, evitando la presencia de dolores y disminuyendo los máximo posible el riesgo de lesiones. Aprendiendo a realizar los esfuerzos de la vida cotidiana de una forma correcta, se disminuirá el riesgo de sufrir de dolores corporales como pueden ser los dolores de espalda, entre otros.

A fin de poder realizar una buena higiene postural, es necesario conocer el entorno, y poder así mantener posturas adecuadas en cada situación. De manera general, es recomendable mantenerse siempre activo, haciendo deporte y ejercicios que fomenten músculos y huesos fuertes, resistentes y elásticos. Ante la presencia de cualquier dolor o molestias, siempre se ha consultar a tu un profesional sanitario, quien puede realizar un diagnóstico fiable y tratar la posible lesión de la manera más adecuada.

Veamos ahora como mantener una correcta higiene postular a la hora de movilizar paciente en nuestro ámbito sanitario. La movilización de personas con movilidad reducida son actividades muy frecuentes en el sector sanitario, en los centro de día e incluso en nuestros propios hogares. Este tipo de transferencias supone una gran carga física para quien la realiza. En caso de no cuidar nuestro cuerpo a la hora de ejercer nuestro trabajo, se pueden producir lesiones inflamatorias o degenerativas tanto de músculos, tendones, vertebras, articulaciones entre otros. La movilización de personas no tiene por qué ser una actividad de desgaste, ni mucho menos una fuente de posibles riesgos y lesiones ni para quien realiza la movilización ni para en propio paciente.

Valorar y analizar el medio donde se va a realizar el cambio postural; por ejemplo colocar barandillas que ayuden al paciente a mantenerse firme y le ayude a colaborar en el movimiento. Si el grado de dependencia o la patología del enfermo lo permite, siempre es importante solicitar su colaboración; explicar detenidamente los pasos que se van a llevar a cabo a fin de permitir dicha colaboración. En la medida de los posible, intentar no realizar las movilizaciones una sola persona, solicitar ayuda siempre ayudará a repartir la carga y en consecuencia el peso, se ese modo nuestro cuerpo no se verá tan resentido. En igual de importante mantener en contacto con el paciente; la persona encargada de la movilización ha de mantenerse cerca del paciente, indicando en cada momento los pasos que se van a seguir. Cuando mayor sea la superficie de contacto, más segura y menos dolorosa será la transferencia.

El responsable del cambio ha de moverse a la par junto con el paciente, aprovechando de ese modo la energía cinética y aplicando así menos fuerza. Asimismo, la persona que va a realizar el cambio postural ha de mantener su espalda recta, de ese modo las cargas que actúan sobre ella lo hagan de modo vertical, evitando así posibles contracturas musculares o lesiones más graves. Siempre situarse en el lado hacia donde se va a mover al paciente, mantener los pies separados, y a poder ser, uno ligeramente por delante del otro, proporcionando así una buena base de apoyo que aumenta la estabilidad. Nuestras rodillas han de estar ligeramente flexionadas, de ese modo podemos aumentar la flexión y/o extensión según se precise.

La altura a la que trabajará el profesional ha de ser siempre a la misma altura de donde se encuentra situado el paciente. Nunca se ha de desplazar todo el cuerpo a la vez; la movilización ha de ser por partes, moviendo las zonas más pesadas una tras otra, y con pequeños movimientos. Mantener en cuerpo del paciente bien alineado y evitar causar dolor es fundamental. También tendremos presentes siempre la patología del paciente, a fin de realizar un cambio postural adecuado a su estado. Nunca se realizará una movilización complicada y dolorosa, siempre utilizando todos los recursos de los que disponemos.

En resumen, cuidar de nuestro cuerpo es algo que está en nuestras manos. Nuestra labor asistencial nos dispone a realizar varios movimientos de pacientes, que no tienen por qué ser complicados si los realizamos con cuidado y precisión. ¿Nos animamos a mantener una buena higiene corporal en nuestro día a día?